ALCALDESA

* Maria Pilar Medina Martinez (PP)

CONCEJALES

* Pedro Gomez García (PP)

  Teniente de Alcalde 

* Ana Belen Medina Espinosa (PP)

* Juan Martínez Ortega (PP)

* Ernesto José Soriano Cuevas (PP)

* Cristina Díaz Castillo (PSOE)

* Maria Ángela Carrasco Pérez (PSOE)

Ayuntamiento

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Jorquera celebra sus fiestas mayores del 20 al 23 de mayo, aunque éstas tienen su comienzo, por así decir, el penúltimo domingo de abril, cuando se realiza el traslado en romería de la Virgen de Cubas desde su ermita de Cubas a Jorquera. Ese  día los quintos de las pedanías sacan sobre sus hombros a la Virgen que abandona su ermita durante un mes, y turnándose con los demás vecinos la suben por caminos empinados hasta el campo, y por el “Camino de la Virgen” la llevan hasta el cruce de caminos entre Cubas, Bormate y Jorquera; es allí donde los vecinos de Jorquera la toman para llevarla hasta la Ermita de San Roque, donde se prepara para,, al anochecer, en solemne procesión hacer su entrada al pueblo, quedando en la Iglesia de Ntra. Sra. De la Asunción.

Más tarde, el 20 de mayo, Jorquera se prepara para despedir a su patrona, dando comienzo a sus fiestas mayores. Esa tarde se realiza la apertura por medio de una cabalgata, y ya por la noche se hace una gran hoguera en el porche de la Iglesia con disparos de cohetes.

La mañana del 21 se celebra misa con la asistencia de la Hermandad de Moros y Cristianos; y por la noche la Virgen recorre en procesión las calles del pueblo, concluyendo con las tradicionales Súplicas a la Virgen desde un balcón próximo a la Iglesia.

                                Con las primeras luces del alba del 22 de mayo, se celebra una breve misa para después acompañar a la Virgen en Romería hasta su Ermita de Cubas. En la fuente dan comienzo los Alardes de Moros y Cristianos con las súplicas de despedida. Dichos Alardes tienen lugar en la campiña jorquerana en el trayecto que se hace durante una docena de kilómetros. En ellos se cuenta, de manera lírica, el pasado medieval del pueblo, anunciando la pérdida de España del Castillo de Jorquera y de la religión cristiana ante los mahometanos, simbolizado en la Virgen de Cubas, el centro de esta tradición histórico-religiosa.

Las fiestas y actos en honor a la Virgen concluyen el día 23, cuando se realiza la ceremonia de Oficios.

 

            En agosto, se celebran las fiestas en honor a San Roque; el día 14 se traslada la Imagen en procesión desde su Ermita hasta la Iglesia, para descansar allí hasta el día 16; este último día se lleva a cabo la tradicional “Rifa al Santo”, con los presentes que los vecinos llevan (fruta de gran tamaño, trabajos artesanos, etc.). Todo ello caracterizado con un gran número de actividades culturales que se desarrollan en la semana previa a las fiestas (Semana Cultural).

Asimismo se vienen celebrando unos años atrás algunas fiestas de menor importancia, recuperadas de la tradición, como son: San Sebastián el 19 y 20 de enero y San Cristóbal el 10 de julio.

También en la pedanía de Cubas se desarrollan diversas fiestas como:

Fiestas de San Blas, el primer fin de semana de febrero, con la tradicional hoguera y carretillas,y en las que se bendicen y reparten los típicos “rollos de San Blas”, hechos con masa de pan  y adornados con estambres de lana.

Fiestas de verano, entre el 16 y 20 de Agosto se celebran las habituales fiestas en las que los turistas toman un papel destacado, y en las que año a año se afianzan con sus cenas "del sobaquillo", concursos de gazpachos y bailes de disfraces, sus exposiciones, juegos...

El pasado remoto de la villa de Jorquera sólo podemos conocerlo a través de su arqueología, es decir, de la interpretación de los vestigios dejados por las gentes que pasaron por sus tierras.

En la Prehistoria, las estrecha, angosta y serpenteante ribera de río Júcar fue un lugar predilecto para el asentamiento humano como manifiestan los vestigios hallados. Su presencia se da, al menos, desde el Neolítico, como prueban las hachas pulimentadas encontradas en Alcozarejos, cultura que debió extenderse ya por toda la ribera del río.

Con la Romanización, la ribera jorquerana se pobló mucho más. De este período son los "Villares” donde  se observan gruesos cimientos de construcciones antiquísimas, y probablemente “La Asomá”, como señala la tradición. En el mismo período se construyen también puentes para cruzar el Júcar, como el llamado Puente Viejo o Puente de la Villa (destruido en la riada de octubre de 1982), un ramal secundario en la vía Hercúlea, que desde la Meseta se dirigía hacia Saltici o Bélgida (que es Chinchilla). Más abajo del río, en la desembocadura de la cañada de Abengibre se encuentra el paraje conocido como las Carriladas, en el probable camino que iba desde Jorquera al “Cerro Pelao”, donde se encuentra un importante cementerio tardorromano y altomedieval. A este cementerio se ascendía desde el río por medio de una escalera labrada en la misma roca del peñasco, que un desprendimiento destruyó en casi su totalidad, conservándose sólo algunos peldaños. Arriba en la meseta de terrazas longitudinales se han encontrado notables vestigios de estelas funerarias depositadas en el Museo Arqueológico Provincial y numerosos sillares labrados.

De la invasión musulmana se conservan algunos testimonios materiales como las murallas almohades del castillo, tal vez el sistema de regadíos extendido en las huertas formadas en ambos márgenes del río.

A ellos se atribuye el “Caño”, acueducto excavado en la roca, que atraviesa el cueto donde se asienta el pueblo por la parte más estrecha para conducir las aguas desde la acequia de la ribera del río a las acequias de la cañada. Durante la dominación musulmana, el castillo de Jorquera pudo ser el centro administrativo de la comarca de Al-Axarach, que según Pretel Marín, se extendía por estas tierras.

Las primeras noticias de presencia cristiana en estas tierras durante la Reconquista son muy pocas. La primera Crónica General de España narra la batalla que el Cid tuvo con Yusuf en tierras valencianas y la persecución posterior que el mismo D. Rodrigo Díaz de Vivar hizo del rey moro cuando huía hasta el castillo musulmán de Jorquera donde se refugió:

“… Et yendo en alcançe, alanço al rey Iunes, et feriol tres uezes; mas el moro estaua muy armado et el caballo del Cid sallio mas adelante; et quando el torno, el caballero yua luenne, et nol pudo alcanzar; et metiosse en vn castiello que auie nonbre Xurquera; et fasta alli duro el alcace…”

La Reconquista de Jorquera y de toda la ribera del Júcar no se realizó hasta principios del siglo XIII, y después de diversos intentos, en el reinado de Alfonso VIII. La misma crónica referida antes, recoge también la primera campaña de conquista y los acontecimientos desarrollados en ella.

Cuando se anexiona Murcia, las tierras son repartidas entre los conquistadores. Jorquera, con otros tres castillos más, fueron entregados a D. Pedro Núñez de Guzmán, pariente de la amante del rey, en régimen de tenencia.

La integración en el Señorío de Villena se realiza cuando el infante don Sancho disputaba la Corona de Castilla a sus sobrinos, los hijos del infante de la Cerda, y entregaba Jorquera a D. Manuel con otras villas comarcanas de la Mancha de Montaragón, por la ayuda que esperaba recibir de su tío en la contienda civil en la sucesión a Alfonso X. A partir de ahora la villa de Jorquera y las aldeas de su alfoz, se repueblan y asientan la población que llegaba. Y es muy probable que en la segunda mitad de esta centuria pasara a ser ya una de las comunidades más importantes de esta comarca donde se inscribía.

Después de la muerte de D. Juan Manuel y de sus hijos, Jorquera siguió el destino del resto del Señorío, pasando a la Corona unas veces, siendo patrimonio de la dote de los infantes castellanos otras y volviendo al régimen señorial con D. Alfonso de Aragón en la segunda mitad del siglo XIV, y a mediados del siglo XV con los Pacheco, con los que se vio involucrada en la sangrienta revuelta antiseñorial de esta circunscripción.

Al final de la contienda civil, la villa fue entregada por orden de los monarcas al Marqués de Villena en 1480. De esta forma el Marqués organizó una circunscripción administrativa señorial, el Corregimiento del “Estado Jorquera”, con capitalidad en esta villa, donde residía el Alcalde Mayor o Corregidor Señorial. Dicho Estado comprendía los municipios de Abengibre, Alatoz, Alborea, Casas-Ibáñez, Cenizate, Fuentealbilla, Golosalvo, Mahora, Motilleja, Navas de Jorquera, Pozo-Lorente, Valdeganga, Villamalea, Casas de Juan Núñez, Casas de Ves,, Villavaliente, Alcalá del Júcar, La Recueja, Campoalbillo, Bormate, Cubas, Calzada de Vergara, Alcozarejos y Maldonado.

En el siglo XIX, el territorio del Estado de Jorquera, y en particular los puentes del río parecen jugar un papel en el desarrollo local de la Guerra de la Independencia, frenando el paso de los ejércitos napoleónicos por estas tierras. En este acontecimiento se distinguió el Corregidor Mateo Tomás Alarcón y Avellán, natural del pueblo, que después sería Comandante de la Partida de Voluntarios Realistas acantonada en la villa de Jorquera.

A finales del siglo XIX, después de varios titubeos, Jorquera, que gracias a su estratégico enclave geográfico, fue la capital  de esta extensa jurisdicción, la perdió en 1874 a favor de uno de los núcleos del Estado de Jorquera, el municipio de Casas-Ibáñez.

 

Desde el punto de vista cultural, se puede hacer una interesante ruta turística, visitando los principales monumentos y restos de las antiguas culturas que han pasado por nuestro pueblo:

o    Iglesia de Sta. María de la Asunción, edificación del siglo XVI, transición entre el gótico (en su concepción general) y el renacimiento. Es un templo de nave única, que guarda interesantes obras en su interior: como una cruz procesional del siglo XVI y un lienzo de la contemplación del cuerpo de San Francisco.

 

 

 

 

o    Restos de la antigua muralla de Jorquera, construcción almohade del Siglo XII.

o     Torre Blanca, edificada a mediados del siglo XV, hoy centro de exposiciones y, según la tradición, torre que fue construida para mantener cautiva a una dama, Doña Blanca, durante su secuestro; aunque se sabe que era una de las torres, junto a la Torre Armez (hoy desaparecida), que defendían la entrada al pueblo, situadas en la Puerta Nueva y la Puerta de la Villa, respectivamente.

o    Labras heráldicas nobiliarias en fachadas: cinco son los blasones nobiliarios que todavía subsisten en distintas fachadas del casco urbano de Jorquera.

-          Escudo del Marqués de Villena, Escudo de la Villa y una cartela enmarcada en la que se indica que la obra fue realizada el año 1724, situado en la llamada Casa del Corregidor (construcción del siglo XVIII), junto al Ayuntamiento.

-          Escudo de los Ortega, en la fachada de la calle Mayor, 36, fechable en los primeros años del siglo XVIII.

-          Escudo de los Tomás-Alarcón, en la fachada de una discretísima casa de la calle Rosario, 4. Quizá data de finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX. Estás armas pertenecieron a D. Mateo Tomás Alarcón y Abellán, que desempeñó cargos políticos de alcalde y corregidor en Jorquera a principios del siglo XIX; asimismo participó activamente en la Guerra de la Independencia, siendo después comandante de las partidas realistas y defensor de Fernando VII.

-          Escudo de linaje desconocido, en una casa de la calle Mayor, 44. Su datación cronológica es dudosa debido a las numerosas capas de encalado, pero quizás sea del siglo XVII.

 

o    Ermita de Nta. Sra. de Cubas, situada en la pedanía de Cubas, en donde se venera la imagen de la patrona de Jorquera, construcción sencilla que recoge todo el fervor que los jorqueranos y muchas gentes de otros pueblos sentimos por nuestra patrona.

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